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Yo creo que uno de los cuadros más complejos también de la historia del arte fue uno de los últimos cuadros que pintó Velázquez. Realmente ese cuadro parece que pinta a la infanta. Eso no está claro, porque el que sale, el que más se ve, es él. Es un autorretrato. Ese misterio es como que no vaya a saber nunca lo que yo estoy pintando. Porque nunca explico el significado. No, no, no. Y luego, no solo pintó a la menina. Date cuenta que una de mis mejores pinturas de perros es el perro de la menina, que es un perro que está allí viviendo bien, tranquilamente. Yo todavía le he sido dando vueltas a la menina. Porque además, eso, verás que en aquella época era muy difícil tener espejos, eran carísimos y tampoco eran espejos como los que tenemos ahora. Uno de los grandes enigmas fue la luz, cómo entraba tanta luz en ese cuarto si no había foco. Y tampoco son luces de vela. Después, te dejas esas píldoras por ahí, porque hay otro espejito detrás, fíjate, el juego de espejo, donde aparecen, no se sabe si es un cuadro o si es un espejo donde se ve el rey y la reina, y él nos hace creer que realmente a quien está pintando es al rey y la reina.

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Pero eso tampoco está.